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Todo sobre el Titanic

Novelas románticas exaltadísimas, historias de ciencia ficción llenas de monstruos y japoneses chiflados, historias de propaganda pronazi, testimonios de falsos supervivientes, más novelas de amor descocadas... La biblioteca del Titanic vive un nuevo momento de marea alta al hilo del centenario de su botadura y hundimiento. Y no, no todo lo que se ha escrito con el gran desastre como inspiración es valioso. Pero sí que llegan a nuestras librerías algunos ensayos notables. 

UN TAL JOSEPH CONRAD. «Conrad, marinero antes que escritor, fue una de las contadas voces que se alzaron, apenas unos meses después del naufragio más importante de la historia, contra lo que él mismo denominó como «la prepotencia del Titanic». Conrad escribió dos alegatos contra la ambición desmesurada y el clasismo de los armadores, primero, y contra el beneplácito con el que la prensa de la época trató su nacimiento, en primer lugar y, posteriormente, su naufragio y la investigación de los hechos que provocaron tal desastre». 

Lo explica Fernando Baeta,es y autor del prólogo que enmarca la edición de los dos textos de denuncia del autor de Lord Jim sobre la tragedia del Atlántico Norte (título: El Titanic, en la colección de la editorial Gadir). 

«Conrad no podía entender la excesiva confianza que la humanidad deposita en sí misma y en sus obras. Conrad lo cuestiona todo: desde la soberbia de sus creadores, anclados en una época que tocaba a su fin, hasta las leyes de aquellos años que no obligaba a que hubiera tantas plazas en los botes salvavidas como personas iban a bordo de cualquier barco, pasando por toda la literatura que siguió al naufragio. 'Ahogarse en contra de toda voluntad en un gran tanque inerme y agujereado para el que compramos un pasaje', escribe Conrad, 'no es más heroico que morir a causa de un cólico por el salmón en mal estado que le compramos a nuestro tendero'». 

El segundo de los textos conradianos aborda directamente los errores en la instrucción con la que el senador de Michigan William Alden Smith investigó las causas del hundimiento. «La Admirable Investigación continúa, interrumpida con risas tontas, con gritos de indignación pagados que salen de debajo de las pelucas ceremoniales, sacando a la luz la psicología de varios personajes comerciales demasiado estúpidos para darse cuenta de que se están delatando a sí mismos». Casi, como si Conrad fuera Zola. 
EL PRESAGIO. «El hundimiento del Titán, que creo estaba inédito en España, es un libro realmente curioso, pues se publicó 14 años antes del hundimiento del Titanic y cuenta una historia prácticamente idéntica. Creo que es uno de los libros más interesantes que se pueden leer sobre el Titanic, desde otro punto de vista. Está escrito por un marino, Morgan Robertson, en un estilo similar al de las novelas de Verne. Y, al igual que él, Robertson era un visionario».

Esta vez, el que habla es Diego Moreno, editor de Nórdica y responsable de la llegada de El hundimiento del Titán (Futility en inglés) a las librerías de España. Y no exagera. 
«Las 92 puertas de los 19 compartimentos estancos podían cerrarse en medio minuto girando una palanca desde el puente, la sala de máquinas y desde otros 12 puntos de la cubierta», se puede leer en la página 14 de su libro. «Esas compuertas también se cerrarían automáticamente en caso de detectar agua. Aun con nueve compartimentos inundados el barco seguiría flotando y, puesto que ningún accidente marítimo conocido podía anegar tantos, el Titán se consideraba prácticamente insumergible». 
Después, aunque parezca increíble, aparecerá un iceberg, alguien se dará cuenta de que no hay suficientes botes, etcétera. 

Robertson, marinero estadounidense, autor de un culto raro, capaz de prever también la guerra de Estados Unidos y Japón en otra novela, murió en 1910, sin tener que explicar los presagios de su libro. 

DENTRO DEL BARCO. De modo que ya tenemos el «antes de» y el «después de». Falta el «durante», momento que aborda Titanic, el final de unas horas doradas, de Hugh Brewster (editado por Lumen), un ensayo muy ambicioso que indaga en los archivos y en las entrevistas de los supervivientes del hundimiento para reconstruir la trama social que se construyó en la cubierta y en los salones del barco más grande del mundo. 

¿Quiénes eran los viajeros? ¿Cómo vivieron la emoción del embarque? ¿Cómo fueron sus relaciones dentro del barco? ¿Y su reacción la noche del 15 de abril? ¿Quién actuó con nobleza y quién trató de salvar su pellejo a la desesperada? al final, el libro sigue la pista a los supervivientes del naufragio más allá de aquel viaje infausto. 

«Cuando Lucy Duff Gordon despertó a la mañana siguiente, vio la luz que entraba por los ojos de buey y se sorprendió al encontrarse en un camarote desconocido», escribe Brewster. «Una camarera entró para servirle té y, al ver que no era su camarera irlandesa del Titanic, Lucy recordó de repente dónde se hallaba. Cuando le vinieron a la memoria imágenes del desastre, enterró la cara en las almohadas y se puso a llorar. Más tarde, salieron las dos a cubierta, donde encontraron pequeños grupos de supervivientes, todos ellos hablando de la tragedia, 'Aquel día y durante el resto del viaje hasta que llegamos a Nueva York', escribió Lucy, 'el Carpathia fue una nave de dolor'».

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